cada vez castigo recojo,
me extendía sobre líneas persistentes,
buscaba sola sobre mi amplia frente
estrellas sólo, no ojos.
Que os reconocí la fe, poderoso,
ni un solo momento, Eros hermoso,
me fue vacío sin amaros!
que en la noche en la niebla solemne
busque en los dulces labios carmines,
rimas sólo y no labios.
Castigo para el juez perverso
fui, nieve, y aquí cerca del pecho,
apoteosis gloriosa!
porqué ojo con ojo con el joven Oriente
busqué en mi inmensa frente
el rosicler, no la rosa! "
Lo bueno del otro yo, es que siempre nos dice la verdad.
ResponderEliminarUn beso.
Muy bueno, a la antigua pero hermoso en sus encantos y su voz de mujer.
ResponderEliminarUn beso.